lunes, 28 de febrero de 2011

Había una vez un cisne blanco que debía ser negro…

Esta no es una historia de amor y magia, como El Lago de los cisnes, la original. Esta película se rige desde el rol de la protagonista en sí, sería lo que antecede a los hechos. Lo que vemos es el trasfondo sentimental y anímico que padece una bailarina de danza clásica para lograr el mejor papel de su vida, o ese rol que todas quisieran interpretar (o todos los bailarines, si nos basamos en la adaptación gayfriendly que se hizo y se puede apreciar, apenitas, en la grandiosa Billy Elliot).

El cisne negro, protagonizada por una bien medida actuación de Natalie Portman (ganadora, recientemente, del Oscar por dicho trabajo) está basada en la lucha interna que vive Nina Sayers por poder lograr captar la esencia de los dos cisnes en cuestión, Odette y Odile. Pero ella, tan angelical y convencional, sólo puede hacer bien de Odette, por lo que su transformación hacia Odile, se vuelve una tortura que logrará de manera previsible (si vieron la película, sabrán por qué digo esto). Con un final predecible… ¿quizás? Pero muy bueno.

La competencia en el ambiente de la danza se dio desde siempre, y aquí se refleja claramente, ya que forma parte de la locura progresiva de la protagonista. La batalla por el bien y el mal se manifiesta a cada instante, donde conseguir lo que se quiere y tratar de auto superarse se torna complejo, dramático y mortal.

Así como de un día para el otro Gregorio Samsa se despertó siendo un bicho repugnante -La Metamorfosis, de Kafka- la protagonista de El cisne negro no será más ella. Sucede que querer ser tan buena como lo fue la mejor bailarina de la compañía y lograr personificar la maldad en cada paso, será una tarea difícil; además, redescubrirse no le saldrá muy bien, ¿o si? Asimismo, como los fantasmas del remordimiento persiguen al protagonista de El maquinista, a esta peculiar bailarina la perseguirá su otro yo, su lado malvado y oscuro.
Es increíble cómo la imaginación puede superar la realidad, y hacer perder la cabeza de un momento para el otro, sólo por lograr los objetivos añorados.

En relación a los aspectos formales, la película es un drama que pisa, con ciertas tomas acompañadas de ruidos sorpresivos, el suspenso (lo digo porque impresiona, por no decir que asusta). Inicialmente, parece que está filmada por un director diferente al resto de la película, ya que el color de la cinta y las formas de capturar la imagen o seguir a la protagonista parece algo “casero”, pero que luego se “acomoda” y parece normal.

La película no está nada mal… Creo que el mensaje es “¿hasta dónde se puede dar todo de uno?”

sábado, 19 de febrero de 2011

El que tiene coronita…

Quizás no todos tenían, hasta ahora, la histórica noción de que el padre de la actual reina de Gran Bretaña sufría de tartamudez, pero sí seguramente, sabían que subió al trono luego de que su hermano Eduardo VIII abdicara en su favor porque se quería casar con una señora norteamericana que ya había estado enlazada dos veces, y que constitucionalmente, estaba mal que el rey hiciera semejante cosa. Como las cosas suceden por algo, y más que nada en las monarquías europeas, el rey Jorge VI estaba más preparado para ocupar el trono que su hermano mayor. Además, tenía que suceder que Isabel II fuera reina, para que suceda todo lo que pasó, socialmente hablando, con Lady Di, su hijo Carlitos y la tercera en discordia. Encima ahora, al susodicho sucesor, lo quieren hacer pasar de que tiene Alzheimer para que, en realidad, Guillermo su hijo ocupe el lugar como así quiere el pueblo (y evitar ¿rebeliones?).

La importancia de una buena comunicación
Un buen líder, sabemos, tiene que tener varias características para poder guiar a la masa, una de ellas es tener una natural oratoria donde convenza y haga sentir seguros a quienes lo rodean. Si la expresión no es clara, concisa y fluida, puede sentirse seguro de que estará en problemas, y pocos le creerán o para nada habrán sido persuadidos.

El tema en cuestión es que, de vez en cuando, el Duque de York (el excelentísimo Colin Firth), por un seguimiento protocolar tenía que dar discursos ante “el pueblo de su padre”, lo cual se volvía insoportable tanto para el propio orador, como para los oyentes. Su adorable esposa (la que conocimos como la Reina Madre), interpretada por la “oscura” esposa de Tim Burton -Helena Bonham Carter- decide buscar ayuda para tratar el problema de su marido, puesto que estos actos se volvían insoportables para todos. Ella encuentra un astuto “doctor” que lo ayudará con métodos poco convencionales, pero bastantes eficientes interpretado por un espléndido Geoffrey Rush.

Las señales le venían advirtiendo que Berti sería el rey, puesto que su padre se muere y su hermano se la pasaba de fiesta en fiesta, y además, estaba mucho más preparado que éste. Finalmente, por un lado, sucede lo previsto -su ascensión-, pero por el otro, se avecinaban tiempos de cambios y los ingleses estaban entrando derechito a la Segunda Guerra Mundial, porque la Alemania del innombrable de bigotitos estaba haciendo estragos sociales. Debido a dicho enlace, el famoso discurso final es aquel donde el rey tiene que explicarle a su pueblo que entrarían en guerra. ¿Cómo el rey, con sus defectos en el habla, convencería y le daría “tranquilidad” (qué paradoja) a su pueblo? ¿De qué modo éste podría transmitirles confianza? Con ayuda y perseverancia.

Quien diga que la película es mala o aburrida o que no le gustó, qué tenga cuidado, puesto que puede que tenga inexplicables razones. Este film reúne todo cuidadosamente: interpretaciones, guión (con acento aunque no le guste a la RAE), dirección, escenografía, música. Es una combinación perfecta entre comedia, drama, actuaciones y momento histórico. Los espectadores no se arrepentirán de ver semejante producto de calidad.

Curiosidad: parece que la reina Isabel II vio la película, y le gustó. 

jueves, 10 de febrero de 2011

Una canción de calesita: Sonrisa

La ex cantante de Mecano, Ana Torroja, interpreta está simpática canción de calesita que levanta depresiones. Es tan linda y motivante que con sólo escucharla la primera vez, gusta.
¡Qué disfruten!

http://www.youtube.com/watch?v=pXdkiMHmIt0
 
Enciendo velas en la madrugada,
voy deshojando flores en mi almohada,
mirando al techo me dejo llevar a otra realidad.

Y observo el sol que entra por mi ventana,
que me despeja y renueva mis ganas,
miro al espejo y me pegunto que me espera fuera.

Y siento todo tan brillante y tan magnético,
nada ni nadie puede hacer que me derrumbe hoy
que tiemble el suelo que allá voy,
pisando fuerte y sin reloj

Tengo una sonrisa para regalarte,
tengo mil cartas de amor, y tengo
todo el tiempo que perdí sin ver el sol.

Tengo mil historias que quiero
contarte escondidas en mi voz.

No quiero dejar nada por sentir,
ya sé quien soy.

Y salgo a pasear entre la gente,
y juego a imaginar de donde vienen,
y me enamoro de cada rincón
dejando al corazón volar.

Y extiendo la ciudad mirando al frente,
esta mañana el mundo es diferente,
descubro tantas cosas que no vi por no quererme…

Y al fin sé que amanece y me respira la mañana,
deshacer las vendas que ocultaban mi mirada,
no quiero que la prisa me obligue a no ver nada,
por fin la lluvia me toca…

domingo, 6 de febrero de 2011

M al cubo: Marta Minujin en el M.A.L.B.A.

Cuando dijeron que se haría una retrospectiva de esta artista -que cuando era chica creía que era la reencarnación de Van Gogh (no creo que sea la única que tenga ese osado pensamiento, o algún sentimiento similar)- en el Museo de Arte Latinoamericano, me pregunté qué se expondría, puesto que Marta es conocida por hacer “obras efímeras”, bien vanguardistas, donde era común en una época prender fuego los objetos expuestos, o éstos tenían como finalidad ser llevados por el público. Pero a Marta no sólo se la conoce por esas extrañas coloridas formas acolchonadas, o porque le “pagó” la deuda externa a Andy Warhol con maíz argentino. Marta es más que todo eso, es una caja de sorpresas que si no tenes idea sobre su trayectoria artística y todo lo que representa, ésta muestra es, fue y será una ocasión especial para meterse en su mundillo.

No sólo de “acciones extravagantes” se vive

El recorrido por el museo se presenta respetando la temporalidad de las manifestaciones de la artista, pero a su vez, llega a marear, lo cual, es a propósito para que la gente viva y entienda la idea artística de Marta. Para empezar, por supuesto, se encuentran obras hechas con técnicas mixtas del tipo “informalista” bien sesentonas (no sólo con pintura, sino una mezcla de objetos que hacen relieve, como la madera y el cartón), típica creación de los principios de todos los artistas… Hasta que se revelan y queman colchones como fue uno de sus conocidos actos. También presenciamos dos extravagantes, podríamos decir, instalaciones: una donde el visitante puede participar, metiéndose dentro de un gran cubo armado con, obviamente, colchones; y la segunda es una instalación/representación de un cuarto donde hay dos personas durmiendo y van “accionando” acorde a lo pautado (asumo, guionado por la propia Marta), por ejemplo, el masculino se puede levantar y vestir, mientras el sujeto femenino sigue descansando, también hay un momento donde se besan, y así sucesivamente, mientras el espectador observa estupefactamente…
Antes de dirigirte a otra sala, hay un video en una mini pantalla donde aparece la simpática Marta dando mensajes de aliento para que sigas viendo y disfrutando de todo lo que hay alrededor. Como si la artista estuviese monitoreando todo lo que sucede.
Para sorpresa de muchos, en el andar de la exposición, vemos muchas fotos y videos de los famosos happenings (La Menesunda y Simultaneidad en simultaneidad) y las conocidas obras fugaces que Marta supo conseguir: una de ellas Carlos Gardel de fuego que incendió en la Bienal de Colombia, haciendo alusión al deceso de éste en ese país; El Partenón de libros, toda una gran estructura llena de textos prohibidos en la dictadura; El obelisco acostado y El obelisco de pan dulce. En estos últimos tres, la gente participaba, llevándose parte de la obra o acudiendo en su interior.

A su vez, como todo “multiartista”, Marta no sólo hace cosas “raras” ni se comporta de modo extraño haciéndonos creer que está loca del remate. Esta representante artística de nuestro país a nivel mundial, nos sorprende con unas esculturas bastantes simbólicas que cuando las vemos en la caja de algún medicamento para el dolor de cabeza o en la entrada de un sanatorio conocido de la ciudad, quizás dudemos que sean de Marta hasta comprobar lo contrario. Marta usa las figuras helénicas de Apolo y Afrodita y las corta en partes, porque para ella, las personas tienen múltiples personalidades.

Palabras mágicas para una frase contestataria: ¡Arte, arte, arte!

Marta huye de toda categoría, les escapa a los teóricos y sorprende con su ambivalencia; por momentos se muestra alocada, y en otros está bastante segura y cuerda de lo que hace, dice y representa. Marta es libertad y vorágine. Marta es complicada para explicar, pero simple a la vez. Marta ya no quiere vernos de frente con esa mirada punzante que podemos observar en muchas fotos del pasado, ahora sólo tenemos que bastarnos con creer que nos mira (o no) detrás de sus anteojos de turno.
Asistir a la muestra presentaba una decisión dudosa, respecto a cómo se expondría el contenido, pero realmente sorprende todo lo que tiene para revelar y enseñar a todos aquellos que no conocen en profundidad su obra. Esta retrospectiva hizo que el museo se quedara chico, espacialmente hablando, porque había tantas cosas para exponer que, con tanta gente, se hacía imposible caminar y ver detenidamente. El recorrido era tan desopilante y cargado que lograbas perderte, como hace Marta cuando habla, aunque todo lo resume con una palabra al cubo.