lunes, 30 de enero de 2012

SUBE Wendy’s, "baja" Messi

Volvió Wendy’s, la cadena de comida chatarra que se destaca por tener hamburguesas cuadradas y, quizás, por alguna otra cosa más.

Volvió Wendy’s y, por supuesto, volvió la fila de argentinos que no quieren perderse la experiencia de pasar por lo nuevo, o por lo viejo, porque quizás muchos no saben que Wendy’s ya estuvo por estos lados en los ‘90s, con 18 locales a cuestas, pero por el año 2000 se rajó porque no quería invertir más en la región.

Yo me pregunto, ¿por qué no funcionó la cadena de locales de Paty, nuestra “señora” hamburguesa? ¿Será porque son las más vendidas, pero al ser tan ricas, sólo las queremos comer en casa?

Volvieron las hamburguesas de “la nena colorada” que competirán, nuevamente, con las del “payaso terrorífico” y las del “rey grasoso”.
Hay que decir que la hamburguesa y el pan no están mal, y si queres una opción diferente para tu combo, en vez de papas fritas rústicas, pueden ser unas papas horneadas rellenas con lo que quieras. Por ser comida chatarra es cara (como los otros dos), y el juguete para los niños es una cagada (media pila con este temita o van a seguir prefiriendo a la cajita infeliz de Mr. Mc).
Me pregunto, ¿quién fue el asqueroso que se le ocurrió que la combinación ketchup-mayonesa es rica?

Y, como dije arriba, también volvió la patética fila de gente esperando vivir en carne propia, una vez más, la experiencia de la globalización, como pasó con el primer Starbucks. Filas y filas para un café caro con todos lo colores y formas que quieras. Filas que te hacen pensar que no tiene nada de “fast”, pero que tenes que estar ahí para comentar que “hiciste la fila y comiste o tomaste tal cosa y que te pareció tal otra”, para quedar bien “cool” (muchas veces olvidando que te rompieron el bolsillo en unos segundos).

Esas filas, una vivencia bien argentina, porque nos encanta hacerlas para quejarnos y/o llorar, ya sea para sacar la Sube o para asistir al velorio de un famoso que de un día para el otro idolatramos.

Por cierto, en vez de ir a apurarnos a sacar la Sube ¿por qué no fuimos a tirar huevos a La Casa Rosada y exigir que no nos rompan las pelotas con la propaganda autoritaria y el YA tenes que subir o sino te vas a quedar abajo pagando mucho más? ¿Por qué primero no limpian los subtes y los reacondicionan y después hablamos de exigirnos? Qué extraña sociedad que somos…

Cambiando de tema… Leí una nota en el diario que decía que a Messi no lo queremos porque no es un “quilomberito” y, en realidad, a nosotros nos gusta la gente que tiene problemas tras otros. ¿Por qué no lo dejan en paz? La cosa surgió porque la “prestigiosa” revista Times está metiéndose donde (no) le importa. Este país es así, un día te gusta una cosa y al otro día puede que no. Nadie nos entiende, pero nosotros sí entendemos nuestra lógica y, seguramente, Messi también la comprenderá, porque ¡HOLA, es argentino! y seguramente un día se despierte con ganas de tener su propia Sube aunque no la use.

jueves, 26 de enero de 2012

Piensa diferente… comprate el libro

Con Steve Jobs tengo la misma sensación en cuando pienso qué hubiese sido de la música si John Lennon o Freddy Mercury seguirían vivos, escribiendo y cantando para sus respectivos públicos; o con García Márquez si no hubiese dejado de escribir. Quizás a mucha gente le sucede lo mismo con personalidades de otros ámbitos. Creo que si Steve Jobs no hubiese muerto, probablemente, Apple seguiría revolucionando el mundo tecnológico por mucho tiempo más.

No conocía nada de Steve Jobs, pero algo me decía que tenía que leer el libroque de 700 páginas. Llegué a leer con la obstinación de no querer detenerme por nada del mundo y, a la vez, tenía la ansiedad de que querer finalizarlo aunque, contrariamente, no quería llegar al final porque sentía que terminar la lectura era matar al protagonista -nuevamente- que había estado muy vivo durante los 15 días que tardé en leerlo (sacando los fines de semana, lo cual me hubiese llevado menos de lo pensado).

No tenía idea de la existencia de Steve Jobs hasta el día de la noticia de su muerte, y no tenía idea de todo lo que significa Apple hasta que empecé a leer el libro. No conocía la historia de Pixar hasta que leí que la había creado, y gracias a su obsesión irrefrenable los resultados fueron los esperados. Con sus inventos, Apple transformó industrias y revolucionó el mundo personal y social centrado en la comunicación y la interconexión. Empezando con las computadoras y sus controvertidos sistemas integrados (Macintosh); pasando por la nueva experiencia de escuchar música que se renovó con la existencia del iPod (además de la creación de iTunes que sirvió para “salvar” a las discográficas, y generar nuevos modos de reproducción musical); con el iPhone que llevaba al hablante a otra forma comunicativa; y el iPad -que aun no es del todo accesible para todos- parece ser uno de los inventos más reveladores de los últimos tiempos. Renovó el ámbito del entretenimiento fílmico de la mano de la animación (Pixar) junto con grandes creativos y gracias a su firmeza por la perfección, supimos conmovernos y alegrarnos con películas como Toy story y Monster Inc., entre muchas otras.
Gracias a su tozudez, su imaginación, su pasión por la creación y la persistencia en unir las ciencias con las humanidades, los resultados se dieron de la manera que él quería, debido a su instinto arrollador, su sensibilidad y su capacidad desmedida por controlar todo.

Mientras leía el libro comprendía la importancia de la desaparición física y el legado que Jobs dejó. Muchos se habrán preguntado si su muerte significa el famoso comienzo del “fin de la era de las comunicaciones”. Él hizo que Apple conformara una era tecnológica basada en el desarrollo y la innovación. ¿Por qué él y no otro? ¿Qué sucederá ahora? ¿Quién será el encargado de presentar los nuevos productos? ¿Y cómo serán? ¿Quién tome las decisiones pensará “qué hubiese hecho Steve Jobs” en su lugar o Apple no será más esa Apple revolucionaria y creativa?

Vi un informe de un noticiero en Youtube donde ubicaban a la famosa manzana de Jobs dentro de una trilogía histórica comprendida por la mitológica manzana de Adán y Eva y la reveladora manzana de Newton. Las 3 marcaron sucesos relevantes para la humanidad (más allá de si creemos o no en el primer caso) y están ligadas entre sí. ¡Qué fruta tan simbólica…!

Si Steve Jobs se consideraba un artista, podemos calificarlo de tecnoartista contemporáneo, ligado a la posvanguardia tecnológica, porque sabía mirar más allá de las necesidades sociales y satisfacer a su público seguidor. Como toda vanguardia, al principio algo puede parecer un fracaso, pero luego llega el momento del reconocimiento. Como constata en el libro, él no era inteligente, pero sí un genio, lo cual es fantástico. Jobs no se recibió en la universidad, porque forma parte de ese grupo selecto de gente que no necesita estudiar para saber lo que tiene que hacer. Y eso está más que bien.

Así como García Márquez generó sus grandes novelas basadas en las vivencias de su pueblo y las explayó por todo Macondo y en cada uno de sus estrambóticos personajes, cada experiencia que vivía Steve Jobs en ciertas situaciones con cierta gente que le enseñaba cómo actuar ante cada momento, también lo hizo con sus productos y, por tales hechos, hoy coexisten entre nosotros con éxito. Cada creación de Apple tenía que constatar de perfección y de sencillez, y ni siquiera se debían evitar los detalles menos visibles.

Jobs parecía ser bipolar y desconcertaba a más de uno con sus acusaciones y opiniones. Era obsesivo, controlador, “una persona inmundamente insoportable” -por así decirlo- para tratar, pero a la vez no, porque podía ser encantador cuando estaba bien. Por no convencerse de qué muebles comprar para su casa, llegaba a ser minimalista quizás sin quererlo. No le importaba levantarse de un restaurante si no se sentía a gusto, o devolver la comida o bebida si no le parecía que estaba bien; y si algo era una mierda o no eras la persona indicada para el puesto de trabajo, mejor atenerse a las consecuencias. Con decir que estacionaba sus autos sin patentes en el lugar para discapacitados, porque “las reglas no estaban hechas para él”…

El libro es altamente recomendable, porque no hay nada de más y no es aburrido, ya que el autor supo cómo desenvolver, sin caer pesado, todas las entrevistas y conocimientos sobre la vida de Steve Jobs. Además no toma una postura crítica ni se desubica con comentarios personales sobre su vida, simplemente, la relata a partir de las fuentes que supo conseguir.

Cuando uno termina de leer el libro y le preguntan si es interesante, lo primero que sale decir es: “este tipo estaba realmente loco”. Y él mismo lo reconocía, y si no fuera por esa locura que los grandes genios poseen, muy pocas cosas valdrían la pena. 

“Las personas lo suficientemente locas
como para pensar que pueden cambiar el mundo
son las que lo cambian”

martes, 24 de enero de 2012

Charly García: nuestro genio musical

Carlos Alberto García Moreno es de esas personas que nacieron con un don – musical- y con privilegios -físicos- como podemos ver. Charly es un gran músico que ha recibido el reconocimiento de muchas generaciones que lo han seguido y lo han escuchado gracias a esas increíbles letras que nos hizo llegar a través de Sui Generis, Serú Giran, entres otras bandas, y en solitario. Charly, que supo tener una voz cálida y particular para expresarse, aunque un poco desafinada (ahora no podemos decir lo mismo, porque directamente atornilla los oídos) sigue manifestándose como un gran creador de sensaciones.

El otro día pude verlo en una entrevista que le realizó Felipe Pigna donde muy contento le contestaba las preguntas y le contaba anécdotas. Me di cuenta del tipo de persona que es más allá de su “irreconocibilidad” corporal, ya que su tratamiento para mejorar su salud y alejarse de las drogas lo dejaron un poco más que estabilizado de peso. Ese flaquito escandaloso que una vez fue y desbordaba en quilombos pareciera no existir más. Ahora coexiste un Charly más tranquilo y pensante, donde surgen frases como “Beethoven fue el primero en hacer heavy metal”. Vaya manera de metaforizar el Romanticismo, pensé. No estoy diciendo que antes no pensaba, sino que en su estado actual todo parece más creíble y ameno. ¿Cómo creerle cuando dice “exageré parte de mi personalidad, pero nunca estuve loco”?

Mostrando partes de su vida entendí lo que significa Charly García y que no es menos que ningún otro músico internacional y que es mucho más que otros.
Comprendí por qué siempre me había gustado, pero no fanatizado del todo. Vi que Charly puede ser un gran teórico musical cuando explica, por ejemplo, que la música está compuesta de 3 partes: armonía, melodía y ritmo y que, por lo tanto, la música que hay por estos días “no es música”. Vi ese hombre idealista que pregona por artistas duraderos con idealismo y resistencia, esa característica ausente por estos tiempos.

Fue una entrevista precisa, donde vi un gran músico, donde entendí sus letras y el vuelo poético en ellas. Observé una extrovertida personalidad que puede llevar la estética del bigote bicolor sólo como él (porque por algo la naturaleza lo “marcó” así). Vi cómo se fue a descansar el viejo rockero rompe hoteles, para dejarle lugar a un músico simpaticón de mirada finalmente encajada. Vi en Charly un auténtico artista nacional.

“SAY NO MORE” = CALLATE Y ESCUCHA

viernes, 6 de enero de 2012

Vi llover en un día estupendamente soleado. La lluvia surgía y se reflejaba en los grandes y añejos árboles verdes del parque. El agua de la fuente le daba sonido al espectáculo. Fue precioso. Un momento único, lleno de paz y reencuentro.

miércoles, 4 de enero de 2012

El ritual de subrayar

Hay dos tipos de personas: aquellos que subrayan los libros y aquellos que no. Yo formo parte de aquellos que los subraya fervientemente, y luego se arrepiente, porque ve que hizo un desastre, más si el libro es excelente o tiene algún significado sentimental. Encima, no puedo leer sin ir subrayando, porque el libro está como vacío aunque, contrariamente, se recomienda leer primero y luego volver a leer para subrayar lo más importante y, de esta manera, lo que hayas leído te quede en la memoria. Es así como mi método de lectura es opuesto: subrayo mientras leo y luego vuelvo a leer todo una vez subrayado.
¿Tendrá algún significado psicológico esto de subrayar libros (y alguna que otra revista)? ¿O es una simple manía? Algunos pueden pensar que es un “pecado” arruinar un texto de ese modo.
¿Vos de qué lado estas?