lunes, 20 de junio de 2011

Tarsila y el presagio a través de Abaporu. Un Manifiesto fatalista.

Un compendio “futurista”…
La obra Abaporú que la artista brasilera creó en el año 1928 significa “hombre que come a hombre”. Esta era la figura máxima que representaba al movimiento antropofágico de Brasil, el cual tenía un manifiesto escrito por el esposo de la artista, el poeta Oswald de Andrade. Aquí se plasmó teorías de todo tipo para enfrentar y combatir al europeo que acechaba al americano con sus mecanismos imperantes, imponiéndoles todo tipo de “novedades”, desde la religión, la cultura y hasta el arte. El modernismo brasilero pisaba fuerte contra el colonizador, y a través de hechos artísticos se hacía notar.

En los tiempos que vivimos, la tecnología que el ser humano inventa está haciendo desaparecer ciertas “cosas” para que emerjan otras. Pero esos surgimientos por más de ser atractivos, interesantes y “cómodos”, son nocivos para el desarrollo social, puesto que la sociedad va a llegar al punto donde habrá superpoblación, y la causa principal de lo dicho arriba será el desempleo, principalmente. Y para ser fatalistas, por un lado no habrá empleo, y por el otro la naturaleza cobrará lo que le fue arrebatado y se volverá furiosa contra el hombre que tanto daño le está generando.
Todo surgió porque, desde que me mudé, ya no tengo el videoclub cerca para alquilar películas, lo cual hace que ya no mire la cantidad que solía ver. Y como los videoclubes, así como las grandes disquerías saben que tienen los tiempos contados, todos seremos piratas y verdugos del resto de la gente que se quedará sin trabajo.

Quizás no todos puedan imaginar cómo será el fin del capitalismo, pero muchos piensan cómo será el futuro social: tal vez como Blade Runner (mucho más lógico que 2012, seguro). ¿Y La carretera? Quien no vio tal película quizá debería de hacerlo para recapacitar un poco sobre las consecuencias que puede traer la desesperación…

Abaporu vendrá a comernos a todos…
Ese gigante que yace allí en la hermosa naturaleza, entre el letargo y quién sabe qué pensamientos, tan analizable y descriptible, un día se levantará…
¿Fatalista? ¿Pesimista? ¿Nihilista yo? Para nada… Quizás realista. 

sábado, 4 de junio de 2011

Las d´enfrente (1909)…

Una obra teatral basada en el costumbrismo criollo de principios del siglo XX, escrita por Federico Mertens (1886-1960), donde los actores interpretan sus piezas con el libreto en la mano, lo que se conoce como “teatro leído”. La puesta en escena está comprendida por 8 sillas y los actores están frente al público leyendo o mirando a los que en ese momento entran “en acción”. Algo poco “inusual”, podríamos decir, puesto que estamos acostumbrados a que los intérpretes entren a escena desde otro lado. Todas las actuaciones son muy buenas y la idea picaresca del criollismo está muy bien representada, entreteniendo al público a lo largo de la justa hora que dura la pieza teatral.

Las mujeres de la casa viven pendientes de lo que hacen las vecinas de enfrente, tratando de hacer coincidir sus costumbres y alejar así las diferencias sociales de ambos grupos familiares. Como toda creación satírica, siempre guarda algo, en este caso, lo mejor y más sorprendente se encuentra al final, haciendo matar al público de la risa (aunque a lo largo de la obra, el buen humor se mantiene).

China dijo: “Así que el teatro leído me parecía un contrasentido, y aunque me resulta feo trabajar en algo que no me gusta, acepté porque no podía negarme a un proyecto que me ofrecían, que era simpático y con el cual muchos estaban entusiasmados. Las d ́enfrente resultó ser uno de los asombros más grandes de mi vida. Descubrí que lo único que importa, o que es fundamental, es el texto bien dicho”.

Ficha técnica
- La obra tenía lugar en el Teatro del globo (Marcelo T. de Alvear 1155) los martes a las 20hs.
- Los actores eran: China Zorrila, Jorge Rivera López, Fito Yanelli, Marikena Riera, Marisol Otero, Laura Palmucci, Paula Villanustre y Emanuel Biaggini.
- El director era: Santiago Doria.

Todo en pasado, porque cuando fui a verla era la ultima función. Sólo estuvo abril y mayo. La gente salió contenta por haber pagado algo que valía la pena ver, donde el momento vivido había sido muy ameno.