viernes, 19 de diciembre de 2014

No más bondi

Después de pensarla, pensarla y pensarla mucho tiempo, decidí comprarme una bicicleta. Después de las listas de pro y contras mentales, ganó por mayoría las ventajas. No esperar más el colectivo, no esperar a que abran las ventanillas, no esperar un asiento libre, no ir apretada y con calor, la música indeseada, entre otras cosas. Gracias al metrobus de la 9 julio llegaba rápido al trabajo (previo si no había tránsito lento en av. Las Heras o av. Santa Fe), pero la última marcha de protesta encabezada por los mismos de siempre que cortaban el libre paso me dio el ultimátum y decidí que era el momento de intentar hacer lo que está haciendo mucha gente, movilizarse por la ciudad en dos ruedas. Recordé que cuando era chica y andaba en bicicleta me daba felicidad ¿por qué no continuar con eso dentro de este mundo cada vez más estresante? El sistema de ciclovías está más o menos bien pensando y es bastante transitado, lástima las dificultades del asfalto y otros obstáculos producto de las acciones inhumanas de los humanos, pero lo ideal es que tanto transeúntes, ciclistas y automovilistas podamos respetarnos y convivir entre todos.

Días después de andar y vivir “otros obstáculos” fuera del colectivo recuerdo esto…
Cuando tenía 9, 10 años estaba aprendiendo a cruzar la calle sola. Típico acontecimiento que uno se olvida como cuando le dan las llaves propias, finalmente. Una noche llegamos a casa y dejamos el auto enfrente de la puerta de entrada y como no venia nadie del lado de los autos, me mandé y crucé. Pero no vi que del otro lado venia un ciclista y me llevó puesta. Mi madre le dijo de todo al hombre, que recuerdo que era calvo, porque venía en contramano... Y a mí también me dijo algunas cosas después de preguntarme desesperadamente si estaba bien. Pero lo más importante y repetitivo de ahí en adelante fue “mirá siempre para los dos lados antes de cruzar”. Ahora que ando en bicicleta la repito todos los días cuando veo a ese alguien desinteresado que evidentemente no tuvo una experiencia traumática o una madre que le diga cómo cruzar.
La gente cruza mal, por cualquier lado, la gente sabe que puede venir un auto, pero no tiene noción de que puede venir una bicicleta y ni siquiera tienen asimilado el ruido del timbre/bocina. Yo no ideé las bicisendas de doble mano y que, por consiguiente, un lado sea contramano en sentido de los autos y en sentido de la mente de la gente. Como toda persona que respeta y que aun no pierde los valores tengo que soportar: a los apurados que cruzan en verde cuando los autos están parados, a los cartoneros que se adueñan del carril porque deben creer que somos tan solo unas bicicletas, a los motoqueros que se olvidan de que tienen licencia y que no son motosendas, los conteiners de basura, los volquetes, camiones de carga, aquellos desinteresados que llevan esos carros de dos ruedas para transportar cosas, a los bicipanaderos que usan el celular en el camino y, por último, a la que anda en rollers sacándose selfies. Me olvidaba de las palomas que son bastante suicidas y tampoco se acostumbran al hecho. Con esto hay que lidiar todos los días, siempre y cuando quieras llevar una vida “sana y equilibrada” “y querer contribuir con el medio ambiente”. Qué pena que ni siquiera nos interese la seguridad vial. Somos una sociedad caótica y desinteresa donde el otro es nada y “vos sos el mejor y nadie te puede decir lo que hacer”. 


En fin, seamos responsables y conscientes, seamos felices. Hagamos lo que podamos ¿o lo que querramos?