Demostramos
el sentimiento, algo abstracto, a través de algo concreto, por ejemplo, una
camiseta.
Antes, mucho antes del boom de la globalización y todo lo que
ésta conlleva, contrae y contiene, una persona solía ser hincha de un equipo de fútbol. Un equipo que era su vida, su pasión más sagrada. Usaba sólo una
camiseta, la que tenía los colores de sus amores, pero ahora, con toda la
información que hay y, por suerte, la lejanía es más cercana, se puede ser
fanático de más equipos que forman parte de este deporte que une a todo el
mundo. Ahora, no sólo se lleva la camiseta de algún equipo nacional preferido,
sino que los equipos extranjeros están cada vez más de moda (y, claro, la pasión
más dividida).
Debido a las ventas ocasionadas por la
oferta y la demanda, se ven en las calles, tanto en los locales, como en los
niños y mayores, camisetas de equipos “campeones”, como el Barça y el Real
Madrid, el Manchester United y el Chelsea y los "Milans" de Italia. Pero hay
gente que siente pasión por otros colores, por otras historias, por otras
formaciones que no se les hace tan fácil ganar como los dos nombrados
principalmente. Como es mi caso.
Cuando el tío Salva apareció en
nuestras vidas trajo consigo una “curiosidad”, la de ser del Atlético de Madrid. Aquí,
entre nosotros, un asturiano bien colchonero.
En su primera visita, no recuerdo por qué, también traía con él algo para mí:
la camiseta del equipo rojiblanco. Quizás, habría sido un intercambio de
equipos, él se hacía de San Lorenzo y yo del Atleti. Desde ese momento, yo soy
una colchonera más y, por supuesto, el
resto de la familia del Barcelona. Por suerte, tenemos algo en común: detestar
a los merengues. El tío Salva no sólo me incentivó -disimuladamente- a leer Cien años de soledad (uno de mis libros favoritos)
y también a presentarme a Doña Bárbara,
sino que además logró hacerme hincha de un club más: del Atlético de Madrid.
Hace un tiempo me empeñé con que
quería tener la nueva y preciosa casaca del Atlético. Vi una luz de esperanza,
y me causó mucha sorpresa, cuando la encontré en el local de Nike del Abasto, pero tenía en talle M.
Mis ilusiones se pincharon cuando no la encontré en ningún otro lado, y todos
aclamaban que había problemas con las importaciones (raro, cuando las del Barça
y las del Real Madrid florecen a borbotones en todos los tamaños, para grandes
y chicos). No sabemos si era un problema de importación -es decir, por culpa
del bigotudo innombrable- o si estaban probando si vendían esas camisetas. Por
suerte, hay un modo de comprar lo que uno quiere y es por medio de Internet. Si
bien no conseguí talle M de niño, que era el que me hubiese quedado perfecto, llegó
finalmente el talle S de hombres que me queda tan grande como un camisón de
dormir. Pero ese es tan sólo un detalle, porque la camiseta del Atlético temporada 2011-2012 está entre nosotros, mejor dicho,
conmigo. .
Para todos aquellos que tienen pasión por
equipos los cuales no consiguen sus camisetas u otras cosas, no pierdan las
esperanzas, que Moreno, que por suerte no es Mariano, no nos va a ganar, y
tampoco el “fanatismo supremo de los grandes” que cada vez cobran más adeptos. ¡A por ellos y olé…!
Bueno Barbie tranquila. Ya pasará esta turbulencia prohibitiva que nos toca vivir... mientras tanto tus sentimientos por la camiseta colchonera seguirá a flor de piel.
ResponderEliminarQUE SOMOS CAMPEONES DE EUROPA BARBIE!!!!!!!!!!!!!!!!! AUPA EL ATLETI!!!!!!!!!!!!!
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