Querido
J.L.B.,
Me
puse como meta leer El aleph, Historia universal de la infamia y Ficciones, ya que eran las tres obras
que se encontraban en la biblioteca de mi madre. Semejante objetivo casi
finalizado, porque aun me cuestan tus Ficciones
fue comparado con subir el cerro San Antonio de Piriapolis en pleno febrero en
un día maravilloso con más de 30 grados y con remera negra para variar y absorber
el divino calor, pero con final feliz (buena vista, torta frita y juguito). Esto
se me ocurrió ya que, inevitablemente, paso todos los días por la puerta de la
ex biblioteca nacional donde fuiste director por 18 años, ya prácticamente ciego.
Si tendrías la oportunidad de caminar por la incómoda y rotosa calle México en
San Telmo con tu ceguera sería más que traumático aunque, en realidad, es paradójica
la cuestión ya que ahora el edificio es el Centro Nacional de la Música y
allí se suele juntar la Banda Sinfónica de Ciegos.
PD:
Mientras
leía parecía que me contabas esos cuentos con tu característica voz tan pausada,
y leer otros volúmenes de tus obras quizás sea parecido a escalar el Everest. No sos para nada fácil, aun así entiendo la admiración
que tenían las hermanas Ocampo y tu fiel amigo Bioy por vos. Debo comunicarte
que toda esa zona y alrededores puede que ya no se parezca mucho o en
casi nada a todo lo que viviste y recorriste.
Qué lindo que te gustaron los cuentos!!. Es que para leer a Borges es necesario hacerlo cómo vos decís... poner su voz, e intentar leer y escuchar con la misma intensidad...
ResponderEliminarOlvidé agregar éste comentario, para que Ficciones no hubiese sido tan cuesta arriba tal vez le deberías haber agregado ¨la buena vista, la torta frita y el juguito¨ jaja. Igual me encantó la comparación...!
ResponderEliminarSi tuvieras la oportunidad ;)
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