viernes, 2 de septiembre de 2011

El Museo del Bicentenario

Todos los habitantes y visitantes que residan o visiten nuestro país tienen una cita ineludible: ir al nuevo museo que posee la ciudad, gracias a una iniciativa cultural atribuida a los mandatarios K.
Este sorpréndete espacio está ubicado en los recovecos subterráneos de lo que fue el antiguo Fuerte (silgo 18) y la Aduana Taylor (detrás de la Casa Rosada), combinando así la edificación colonial (donde se conservan los ladrillos originales) con modernidad arquitectónica (por ejemplo, su techo, lo cual hace que sea bastante luminoso).

Lleno de pasajes que denotan nuestra historia política, el recorrido sorprende al visitante paso a paso, cultivándolo de conocimiento, gracias a la tecnología empleada (televisores plasma), a la exposición de objetos “especiales” (como la lapicera Bic de don Néstor K., o el auto “Justicialista”) y las fotografías que dialogan con pinturas significativas; inclusive podemos vislumbrar la presencia de algunos granaderos que “adornan” el lugar. También, hay un bar que invita a uno a sentarse y reflexionar sobre todo lo que está siendo rodeado, es decir, de historia pura.
Como toda área cultural en esta época contemporánea sumamente llena de conceptos nuevos, podemos reconocer que la curaduría empleada para este edificio es impecable, porque es amable y amena para el visitante que no se perderá de nada.

Obviamente, el espectador tiene un “alto al paso” obligado, puesto que se emplaza allí el rescatado y famosísimo mural Ejercicio Plástico del mexicano David Alfaro Siqueiros, realizado junto con otros artistas (Berni, Spilimbergo, Castagnino y Lázaro) en 1933, en el sótano de la mansión de quien fuese el director del diario Crítica, Natalio Botana.
El tema del mural (realizado con la técnica de la aerografía) no es para nada “militante” como todos los que hacía el artista mexicano, sino que es algo completamente diferente y sorprendente.
Cuando uno está allí dentro, descalzo, porque también se tiene “el lujo” de estar pisando parte de la obra, se ven las grandes figuras de ojos profundos que se dispersan por todo alrededor cubriendo cada centímetro de las paredes como si fuera una gran pecera. El “juego” que representa el conjunto de personajes que vemos y nos “envuelven”, lleva a uno a creer que está frente a un pasaje pictórico interminable.

La historia del mural en sí es increíble, puesto que a lo largo de los años le sucedió de todo (lo comentaré en forma breve): se lleva a cabo en el sótano, se muere Botana, se vende la casa, la compran y “cubren” la “ofensiva” obra con cal; abandonada la casa, gente ajena lo “graffitea” todo; además de las filtraciones e inundaciones que debió soportar, claramente, esta residencia se tira abajo (como todas las edificaciones de nuestro país). Pero, por suerte, una mente brillante se dio cuenta de que había algo para rescatar: el mural. Las paredes que conformaban el sótano se dividieron en 6 partes y las baldosas del piso en 66. Pasaron los años y el mural quedó abandonado dentro de containers, donde entre idas y vueltas legales, se logra recuperar del olvido y restaurar, hasta ubicarlo donde está ahora mismo, para que todos lo podamos disfrutar.
Para leer información más detallada entrar a esta página: http://www.danielschavelzon.com.ar/?p=2548

A veces somos tan afortunados que no nos damos cuenta de lo que tenemos, como esa gente que aun no se dio cuenta de que vivimos en una ciudad maravillosa (a pesar de ciertos inconvenientes “sociales”).

1 comentario:

  1. Que hermoso eso que decis!! que linda descripción sobre los sentimientos que te despertó ese lugar, es verdad que nuestra ciudad tiene sus inconvenientes, pero es un gran lugar, llena de historia y de gente que aún tiene ganas de recorrerla con los ojos bien abiertos, es una ciudad que despeina (especialmente por Puerto Madero jaja), es una ciudad que abraza, es una ciudad que tiene ´una expresión boquiabierta´ y así nos hace quedar a todos los que a través de los años la seguimos descubriendo...

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