Lea atentamente, puede perderse...
Quienes hemos sido interiorizados en el análisis teórico del señor Arthur Danto con la idea del fin del arte y su objeto último de exhibición (me refiero a la elección de una determinada obra), quedamos absortos de semejante visión. Quiero explicarles un poco -y trataré de ser breve- a qué se refiere con la escabrosa frase “Fin del arte”. Danto traza una periodización bastante entendible, pero que es un gran tema de estudio, debido a ciertos rasgos arbitrarios que podemos observar.
Para Danto, el fin del arte es el derrumbamiento de los grandes relatos artísticos, aquellos que habían sido desplegados a lo largo de los siglos. Principalmente, hay que explicar los dos momentos previos: el primero es el fin de la narrativa mimética, es decir, la caída de la imagen ideal ligada a las convenciones académicas; y el segundo es el fin de la narrativa moderna, sujeta a la autorreferencialidad. Comprende fines del siglo 19 hasta mediados de la década del 1960. Para ser más precisos, Danto señala que las Cajas de brillo de Warhol marcan el fin de la modernidad artística. A partir de ese momento, surge la tercera etapa conocida como poshistórica (ni “contemporánea”, ni “posmoderna”, ya que él tiene sus razones para no llamar así al período actual, y no será expuesto en este capítulo), protagonizada por el estallido de los relatos, donde "todo vale" (famosa frase) y todo resulta más complicado y caótico para definir y organizar.
Ahora nos preguntamos, debido al acecho constante sobre el espectador televisivo y la mediatización provocada por los programas y sus archivos (lo más patético es que son recientes, por ende, la palabra archivo pierde valor en dicho contexto), ¿CUÁNDO SERÁ EL FIN DE LA TELEVISIÓN? Me tomo el atrevimiento de responder: será cuando se produzca el mayor de los derrumbes… el de Marcelo Tinelli.
Vamos a resumirlo...
Si el fin del arte se lo conoce por la caída de las narrativas modernas, donde la manifestación cúlmine fue la obra de Warhol, el fin de la televisión será la caída de lo que se conocerá como “La Era Tinelli” con el producto más autónomo y relevante de su época: R. Fort. Aunque M.T. viene rompiéndonos la cabeza hace varios años con lo mismo, y aunque R. F. haya surgido solito, la unión hizo la fuerza y bueno, ya todos vemos lo qué sucedió. Cada uno en la suya, pero ambos firmes en nuestros televisores las 24 horas, en el desayuno, en el almuerzo, en la merienda y, obvio, en la cena, para quedar dejarnos bien atragantaditos de tanta estupidez.
Esperamos que la gente mayor, que le da puntos de raiting al programa de Tinelli y a sus secuaces chupamedias, sepan entender que necesitamos algo mejor, y no tanto culo, teta, trolaje, agresiones, falta de respeto, adivinar si tal persona es gay o no, si tal otro se acostó con tal otra, o si se agarraron a las trompadas. Thank you, but I do not care a damn!!
Cuadro final para comprender las circunstancias de las épocas
Fin del arte = nuevas expresiones = caos relativamente ordenado
Fin de la televisión = no más Tinelli y sus productos = nuevas visiones, otro tipo de programas.
Final trillado para esta entrada: ¡Chau, chau, chauuuu!
Final trillado número 2 + premonición: ¡Todos serán juguetitos para Jack!